- Los controles indispensables.
Mi primera mirada al arrancar el motor debe ser para ellos.
Acostumbrase a estos datos nos ayudará a detectar un problema si es que estos varían y, en ese caso, pensar a la llegada a puerto, en una revisión de circuitos, filtros, etc.
- Las alarmas
Cuando suena el temido pito y brilla la lampara de temperatura de agua o de presión de aceite, lo primero que hay que hacer es reducir las vueltas del motor o incluso pararlo. Así evitaremos graves daños que podrían terminar en un motor gripado, una biela fundida o un cárter reventado.
Sin embargo, el tiempo en que el motor ha funcionado con poca presión de engrase o a alta temperatura, pero sin llegar a sonar la alarma, habrá hecho su daño. Para evitarlo un pirómetro -sensor de temperatura- en el colector de escape puede anticiparnos la alarma si la temperatura sube de forma anormal.
- El lenguaje del motor: los ruidos y las vibraciones.
Vibraciones anormales pueden estar originadas por una pala de la hélice torcida. Y si el barco tiembla y se mueve a todos los regímenes, sin duda la alineación motor-eje, los apoyos del motor en la bancada, en los silent blocks, hay problemas.
Un ruido nuevo o distinto es un aviso al patrón de que algo está pasando: un chirrido agudo puede estar producido por una correa de transmisión como la del alternador que está patinando o un rodamiento de una bomba. Un golpeteo que aumenta o disminuye su frecuencia con las vueltas del motor puede tener su origen en las válvulas, en sus balancines o taqués. Si el escape emite un sonido agudo puede estar causado por falta de agua de refrigeración, por estar obstruida la toma de mar, o la bomba en mal estado. Todo ello sin olvidar el ruido de los inyectores cuando el combustible es de mala calidad.
En cualquier caso, los ruidos y vibraciones son avisos para llamar al mecánico antes de que el problema se agrave.
En resumen, ¡escuche a su motor!, no le defraudará.