Las razones por las que esta popularización de la náutica no termina de llegar podrían dar lugar a extensos debates. ¿Qué es lo que frena este potencial crecimiento? ¿Por qué a pesar de las excelentes condiciones de nuestro país para la práctica de la navegación de recreo estamos a la cola en Europa?
Sean cuales sean los motivos lo cierto es que llevamos años con la misma reflexión, las mismas preguntas y el mismo debate.
Si por algo se ha caracterizado el marketing en el sector de la náutica de recreo de nuestro país es por una clara óptica de producto. Los medios, las administraciones o las asociaciones de empresas náuticas utilizan a menudo el dato de nuevas matriculaciones (ventas) de embarcaciones como el principal indicador para medir la situación del sector, un síntoma claro de que la venta de barcos es el termómetro para gran parte del sector. Sin embargo, la mayoría de aficionados a la navegación de recreo no son, ni serán, compradores de barcos, por tanto, parecería lógico pensar que algo falla cuando el principal indicador del sector náutico no considera a la mayoría de los aficionados a la náutica.
En los últimos tiempos, posiblemente gracias en parte a la reciente crisis económica, empiezan a aparecer empresas con un mayor enfoque hacia la demanda. Se observan nuevos proyectos que elaboran productos y servicios a medida de las necesidades reales de los aficionados a la náutica de recreo y lo que es más importante, a las necesidades de los potenciales nuevos navegantes.
Los servicios basados en el consumo colaborativo están tomando cada vez más protagonismo en la náutica. La posibilidad de compartir barcos (y los gastos de estos) empieza a ser una tendencia al alza, ya sea mediante el tradicional alquiler o los clubes de navegación (basados en el concepto de multipropiedad en el que mediante una cuota periódica tenemos derecho a utilizar un barco varios días al año), pasando por las redes sociales de navegantes o las plataformas de búsqueda de tripulantes para travesías. No solo embarcaciones, también el intercambio de amarres entre particulares.
Los estudios elaborados por la escuela de navegación Cenáutica, revelan que tan solo el 16,1% de quienes obtienen una titulación náutica tienen intención de comprar una embarcación. Dicho de otro modo, los consumidores demandan soluciones para cubrir su interés por navegar de otra forma que no sea comprando una embarcación.
A pesar del excesivo coste de adquisición y mantenimiento de las embarcaciones, basta darse un paseo por cualquier puerto deportivo para comprobar que estos están tremendamente infrautilizados por sus propietarios. ¿Será capaz el consumo colaborativo en la náutica de sacar partido a esta situación y revolucionar la náutica como lo ha hecho con el alquiler de casas (Airbnb) o con los coches (Blablacar)? De entrada, tendrá que vérselas con la restrictiva normativa en relación con la posibilidad de que los particulares puedan ceder sus barcos a terceros.
Seminario. Navegar en embarcaciones compartidas.
Para aquellos interesados en conocer las diferentes empresas y plataformas que facilitan la posibilidad de compartir barco, el Club de Patrones organiza el seminario "Navegar en embarcaciones compartidas", de dos horas de duración. (Más información en clubdepatrones@cenautica.com).
Autor del artículo:
Alvaro García de Polavieja.
Director adjunto de Cenáutica.