Decía el escritor, Joseph Conrad, que <em>"no hay nada mas seductor y esclavizante que la vida humana en la mar"</em>. ¿Quién, a lo largo de su vida, no ha tenido algún idilio con la mar? ¿Quién no ha vivido alguna aventura dónde la mar fuese el escenario principal? ¿Quién no es, al menos en parte, de alguna forma, esclavo de la mar?
Trabajar para satisfacer esa seducción que muchos tenemos por la mar, para evadirnos, descubrir lugares únicos, vivir intensas emociones, conectar con la naturaleza o simplemente compartir y disfrutar de nuestro tiempo con quien queremos en el mejor entorno, es un reto apasionante. Cuando el tiempo es en uno de los recursos mas limitados en la vida de las personas y sus obligaciones lo limitan, asumes la responsabilidad de no defraudar a quién te brinda su confianza para aprovechar su tiempo mas valioso.
Desde que tengo uso de razón, como cualquiera que haya vivido de cerca, en su familia, la aventura de emprender, he sido testigo de las alegrías y las penas que conlleva un proyecto empresarial. El camino no es nada fácil y sorprende que quien debería ser tu mejor cómplice, la administración, supone en muchas ocasiones tu mayor obstáculo. Aprendes que las ideas revolucionarias suelen tener fecha de caducidad y exigen reinventarse continuamente y que el reconocimiento y la confianza hay que ganársela todos los días. Asumes que el éxito no depende de atajos, ni de la suerte, ni de "ideas felices", si no de mucha perseverancia y rodearse de gente con ilusión, espíritu de entrega y pasión por lo que hace. Descubres que la inercia en este mundo es corta y siempre hay quien puede mejorar lo que haces, por lo que la inspiración y el aprendizaje continuo son indispensables para mantenerse en lo mas alto.
Echar la vista atrás, diez años después del comienzo de esta travesía, es un ejercicio muy satisfactorio cuando ves las metas alcanzadas y todo lo aprendido y resulta muy motivador para el futuro. Siempre he pensado que la náutica de recreo es un diamante en bruto en España, un sector casi olvidado y con muy escasa promoción y a años luz de los países de nuestro entorno. Un gigante dormido al que nadie ha logrado despertar todavía, esperando que llame a su puerta una combinación de profesionales con talento y nuevas ideas y un verdadero empujón e implicación de la administración pública que lejos de valorar y aprovechar las excepcionales condiciones de nuestro país, se está dejando ganar la partida por otros países.
Diez años de trabajo dan para muchos buenos recuerdos que hoy celebro y comparto con las miles de personas que han confiado en Cenáutica estos años, con los compañeros y profesionales que han remado para llegar hasta donde hoy estamos, con los amigos que me aconsejaron y apoyaron en los momentos difíciles y muy especialmente con mi familia, el motor de este barco, que a pesar de alguna que otra tempestad, siempre llega a buen puerto. Gracias a todos por acompañarme en esta travesía.
Álvaro García de Polavieja - Director adjunto de Cenáutica.