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Cómo la política española condena el sector de la náutica de recreo

En los últimos tiempos se ha debatido la posibilidad de establecer un impuesto a la adquisición de bienes de lujo. De forma explícita, en los debates electorales, algunos representantes políticos han trasladado la idea de aumentar la carga impositiva en la compra de embarcaciones de recreo. Debido a lo escueto de las propuestas electorales resulta imposible saber de que forma se pretende establecer un impuesto de este tipo, si mediante la subida del IVA a determinadas compras, mediante un impuesto especial o que otra opción.

La mayoría de los partidos políticos se dividen en dos grupos: los que utilizan la náutica de recreo como una actividad exclusiva de ricos a los que hay que subirles los impuestos cuando compran una embarcación y los demás, que prefieren no tratar el asunto ya que cualquier propuesta diferente podría ser considerada impopular por favorecer a las clases altas y por tanto una pérdida de votos.

Desgraciadamente, ambas actitudes generalizadas de la clase política española, suponen un golpe demoledor al mercado de la náutica de recreo en España que lucha desde hace años contra la imagen elitista asociada a la náutica que además de los políticos, los medios de comunicación trasladan muy frecuentemente a la población. Mientras otros países potencian este mercado para atraer turismo de calidad e incentivar el consumo en las clases medias, los representantes políticos se empeñan en catalogar la náutica de recreo como una actividad de lujo. Esta errónea afirmación solo se explica en el profundo desconocimiento del sector, cuyo mercado mayoritario no es la clase alta, sino la clase media, toda vez que más del 90% de los barcos que se matriculan en España son pequeñas embarcaciones de menos de 8 metros al alcance de una gran parte de la población.

Así pues, mientras los políticos españoles utilizan el tópico del rico en su yate de lujo para ganar un puñado de votos, la industria de la náutica en España se sitúa a la cola de los países de nuestro entorno, viendo como países como Croacia o Turquía se llevan gran parte del turismo náutico europeo gracias a su apuesta por este sector, generando puestos de trabajo e ingresos para el estado mediante estrategias de crecimiento del consumo, en lugar del aumento de impuestos. Si nos comparamos con países similares al nuestro en el dato de habitantes por cada embarcación, veremos como en Italia hay un barco por cada 98 habitantes, en Grecia uno por cada 84 y en España un barco por cada 227 habitantes.

Bastaría con que los partidos políticos estudiasen casos pasados como el de los años 90 en Estados Unidos, que estableció un impuesto del 10%, promovido por el legislador demócratra Ted Kennedy, a la compra de embarcaciones de más de 100.000 dólares y que duró muy poco ya que la venta de yates cayó inmediatamente hasta el 77%, se perdieron 200.000 puestos de trabajo y las empresas tuvieron que sobrevivir gracias a las exportaciones.

Italia vivió un caso similar en los últimos años ya que se aprobó un impuesto a las embarcaciones por cada año de utilización. Este impuesto iba desde 800 euros para embarcaciones pequeñas hasta más de 4.000 euros en embarcaciones de más de 20 metros de eslora. La consecuencia es que el 20% de los dueños de los barcos eligieron no renovar sus permisos, las ventas de combustible en puertos cayeron hasta un 40%, en el consumo en playas cercanas a Roma se registraron descensos de negocio cercanos al 50% y la medida provocó perdidas de empleo y una menor recaudación del estado.

Parece poco previsible que la actitud de los políticos vaya a cambiar. Mientras tanto el sector de la náutica de recreo en España con un enorme potencial de crecimiento gracias a nuestras infraestructuras y condiciones climatologías es desaprovechado para atraer turismo de calidad, generar ingresos al estado mediante el crecimiento del consumo y crear nuevos puestos de trabajo. Tendremos que seguir viendo con envidia como otros países mediterráneos siguen aprovechando lo que nuestros políticos no quieren ver.
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